Sistemas e Instituciones en crisis ¿financieras?
Cuando se habla de sistema financiero, muchos sectores de la sociedad ajenos a la mera cuestión económica, suelen estar poco informados sobre qué rol cumple el mismo, ya sea en un país en particular o a nivel mundial. Además de la función que este sistema lleva a cabo también es importante tener en claro cuáles son los órganos que lo conforman y permiten que desempeñe su tarea en las sociedades.
Respecto a cómo está integrado, debe saberse que se trata de una serie de instituciones bancarias o financieras, medios y mercados, que pueden ser de carácter público o privado, con el propósito de canalizar el ahorro que producen las empresas u organizaciones y economías domésticas, y permitir trasladarlo hacia otras compañías de esas características que cuenten con déficit. Además está presente la intervención pública por parte del Estado, que intenta controlar y organizar la economía de un país.
Ese traspaso del excedente también puede estar destinado al propio Gobierno, ya sea para proyectos de inversión, como para así también una financiación de gastos y planes de consumo. La serie de instituciones que desempeñan este papel suelen llamarse “Intermediarios Financieros” o “Mercados Financieros”.
El principal objetivo de todo esto es que se garantice el logro de la estabilidad monetaria y financiera de un país. Se intenta generar una evolución en la economía, ya que los sistemas bancarios y las empresas accionarias estimulan el desarrollo mediante una mejora en la asignación de recursos, para no caer en la tan temida pero real pobreza.
Inestabilidad económica argentina
En lo que respecta al territorio nacional, se vivió una dura crisis en el 2001 no sólo económica y financiera, sino que también resultó ser social. Este conflicto, que como suele suceder, fue producto de una serie de malas acciones políticas y económicas a lo largo de los años, provocó una inestabilidad entre la gente, que se sentía incapaz de poder salir adelante ante lo que se le avecinaba. Un conjunto de varios errores de quienes debían sostener el país, generaron una profunda incertidumbre y descontento en lo institucional, jurídico y político.
El desequilibrio económico se fue observando en los cambios constantes que se dieron en el Ministerio de Economía. Fueron sucediéndose uno tras otro en los cargos, hasta llegar al mando de Domingo Cavallo, que años atrás había impulsado la tan cuestionada (y repudiada por muchos) Ley de Convertibilidad. Esta crisis llegó a su punto máximo y la situación se tornó insostenible cuando se produjo del retiro de los depósitos monetarios por parte de los bancos. Esto trajo como consecuencia que el sistema bancario del país se viera colapsado por la fuga de capitales.
Para intentar cambiar la realidad de ese momento, Cavallo anunció en diciembre de ese año una novedosa política económica que proponía restringir el retiro de los depósitos de los bancos, más conocida como Corralito. De inmediato, la gente rechazó tal decisión, más particularmente la clase media que se sentía más afectada, y el quiebre económico se generó de tal manera que también provocó una crisis en el ámbito político.
Esta cronología de hechos que sucedieron hace ya más de nueve años en nuestro país, da cuenta de lo que se vive en el resto de las sociedades, cuando se generan crisis a nivel económico. Pero que no sólo afectan al curso financiero de un territorio, sino también a todo lo que lo conforma como tal: lo social, lo cultural, lo político, entre otros sectores.
Creer o no en el sistema económico
Otra pieza importante en la conformación de una sociedad es la religión. Este sistema de creencias y prácticas relacionadas con lo divino y lo sagrado, es un aspecto casi indispensable dentro de la organización social. Este fenómeno por el que el hombre atraviesa a lo largo de su vida, mezcla lo racional con lo irracional. La religión para diversas sociedades ha servido como identidad y organización moral, por lo que interviene e influye en el orden legislativo. Por otro lado, no escapa de la relación que se da, quiérase o no, con la economía.
Desde el ámbito de la Iglesia Católica, dicha analogía es mencionada a través de la última carta encíclica que se dio a conocer en julio del año pasado por el Papa Benedicto XVI, bajo el nombre de Caritas in veritate (La caridad en la verdad). En el tercer capítulo de la misma, el máximo representante de la religión cristiana, toma una postura en cuanto a lo que observa desde su lugar (y como una visión del mundo actual) respecto al dinero y la sociedad en la que vivimos. Allí se deja en claro que el intento del mercado financiero por ser autónomo, ha provocado que el hombre utilice en algunos casos, los elementos económicos como herramienta de destrucción social. Por eso manifiesta que desde hace tiempo la economía es el lugar en el cual se observan “efectos perniciosos del pecado”.
Esto se da, no por su carácter originario, sino por una corriente de pensamiento actual que lo condiciona en ese sentido de imperfección. La economía se adapta a cada cultura social que la conforma y lleva a cabo. Por eso, la Iglesia sostiene que no debe ser considerada antisocial, si no que es conveniente que el desarrollo a nivel económico, como así también el social y político, se fusione con el “principio de gratuidad” como una demostración de fraternidad. Si esto se llegara a producir, el mercado financiero formaría parte importante dentro de la sociedad, ya que sería una institución económica en la que se genera el encuentro entre los individuos como agentes financieros que participan en los bienes y servicios de consumo para alcanzar sus beneficios y necesidades.
Según esta carta, el mensaje de la Iglesia ha sostenido desde sus comienzos, que el alcance de los recursos, la producción, la financiación y el consumo, además del resto de las etapas del sistema económico, tienen implicancias de carácter moral. Hoy en día, mediante la globalización, la economía refleja proyectos que requieren una dura competencia en diversas culturas, para subsistir. El Papa, mediante sus escritos, propone que la actividad financiera no abandone la “gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común”, a lo largo de sus fases y actores económicos.
En este sentido, la colaboración a nivel mundial para que esto se lleve a cabo, debería darle importancia a los sistemas constitucionales, jurídicos y administrativos en aquellos sectores en donde aún no se atisban esos bienes económicos. Se plantea que el funcionamiento de los recursos financieros no esté en concordancia con la especulación ni busque solamente un beneficio propio, sino que cumpla con su rol ante la sociedad y que esté al servicio no sólo de las grandes potencias o los países desarrollados, si no también de las regiones que aún no han obtenido un progreso favorable.
En base al peso significativo que tiene en el mundo la religión, y como toda institución social, no está exenta del análisis y la crítica. Algunos sostienen que en su relación con la economía se producen graves falacias que afectan al bienestar mundial.
Dos pesos pesados en discusión
Una obra de tipo documental social que realiza esas exploraciones, cuyo objetivo es dar a conocer una visión sobre el mundo y lo que ocurre en él, es la película Zeitgeist (en alemán: “el espíritu de una época”) difundida por Internet. En dicho trabajo, su director y productor Peter Joseph, denuncia que el mito religioso es el dispositivo más poderoso que jamás se ha creado y sirve como suelo psicológico, sobre el cual otros mitos pueden surgir , como uno de sus tantas observaciones y enfoques.
Según Joseph, la religión establecida parece estar fundada en una confusa percepción en cuanto a los procesos de la vida, ya que enseña una visión en la cual el ser humano es ubicado en un nivel distinto al resto de los componentes de la naturaleza. En relación con la institución religiosa, sostiene que la sociedad actual, centrada en el dinero y ligada al interés propio, genera un escenario que no permite una correcta interrelación entre los individuos. Desde su ojo crítico, la religión y el sistema financiero comparten una característica un tanto chocante. Ambos son instituciones que dividen y controlan a la sociedad. En tanto y en cuanto se actúe de esa manera, no se podrá forjar un mundo en el que reine el equilibrio y la armonía.
Al continuar con su análisis, intenta dejar bien en claro a través de imágenes y relatos, una expresión libre de la conciencia pública. Su objetivo primordial es, mediante la creación de un movimiento llamado como su película (Zeitgeist), renunciar al Sistema monetario de hoy que se basa en la competencia y destruye la posibilidad de un bien común, para alcanzar una economía global centrada en los recursos. Una economía que a diferencia de la actual, se preocupe por los individuos y su bienestar y no que esto sea secundario, ya que los productos funcionan según el dinero que pueden generar.
En definitiva, lo que se quiere proponer es desconfiar un poco de las creencias o pensamientos que se van adquiriendo en el transcurso de la vida y en algunos casos, impuestos por otros.